Un análisis profundo del utilitarismo, la teoría ética que busca maximizar la felicidad. Explore su historia, conceptos clave, aplicaciones reales en políticas y negocios, y sus principales críticas.
El utilitarismo explicado: una guía global sobre el mayor bien para el mayor número
Imagine que usted es un funcionario de salud pública con un suministro limitado de una vacuna que salva vidas durante una pandemia. Tiene dos opciones: distribuirla en una comunidad pequeña y remota donde erradicará completamente la enfermedad, salvando 100 vidas, o distribuirla en una ciudad densamente poblada, donde evitará la transmisión generalizada y salvará 1.000 vidas, aunque algunos en la ciudad seguirán enfermando. ¿Qué elección es más ética? ¿Cómo se empieza siquiera a calcular la respuesta?
Este tipo de dilema se encuentra en el corazón de una de las teorías éticas más influyentes y controvertidas de la historia moderna: el utilitarismo. En esencia, el utilitarismo ofrece una brújula moral aparentemente simple y convincente: la mejor acción es la que produce el mayor bien para el mayor número de personas. Es una filosofía que defiende la imparcialidad, la racionalidad y el bienestar, y que ha moldeado profundamente leyes, políticas económicas y elecciones morales personales en todo el mundo.
Esta guía proporcionará una exploración exhaustiva del utilitarismo para una audiencia global. Desglosaremos sus orígenes, analizaremos sus principios fundamentales, examinaremos su aplicación en nuestro complejo mundo y confrontaremos las poderosas críticas que ha enfrentado durante más de dos siglos. Ya sea usted un estudiante de filosofía, un líder empresarial, un legislador o simplemente una persona curiosa, comprender el utilitarismo es esencial para navegar el panorama ético del siglo XXI.
Los fundamentos: ¿quiénes fueron los utilitaristas?
El utilitarismo no surgió de la nada. Nació del fermento intelectual de la Ilustración, un período que defendió la razón, la ciencia y el progreso humano. Sus principales arquitectos, Jeremy Bentham y John Stuart Mill, buscaron crear una base científica y secular para la moral, libre de dogmas y tradiciones.
Jeremy Bentham: el arquitecto de la utilidad
El filósofo y reformador social inglés Jeremy Bentham (1748-1832) es ampliamente considerado el fundador del utilitarismo moderno. Escribiendo durante una época de inmensos cambios sociales y políticos, Bentham estaba profundamente preocupado por la reforma legal y social. Creía que los seres humanos están fundamentalmente gobernados por dos amos soberanos: el dolor y el placer.
A partir de esta idea, formuló el Principio de Utilidad, que establece que la moralidad de cualquier acción está determinada por su tendencia a producir felicidad o prevenir la infelicidad. Para Bentham, la felicidad era simplemente el placer y la ausencia de dolor. Esta forma a menudo se denomina utilitarismo hedonista.
Para hacerlo práctico, Bentham propuso un método para calcular la cantidad de placer o dolor que una acción podría producir, al que llamó Cálculo Felicífico (o cálculo hedonista). Sugirió considerar siete factores:
- Intensidad: ¿Qué tan fuerte es el placer?
- Duración: ¿Cuánto durará?
- Certeza: ¿Qué tan probable es que ocurra?
- Proximidad: ¿Qué tan pronto ocurrirá?
- Fecundidad: La probabilidad de que sea seguida por sensaciones del mismo tipo.
- Pureza: La probabilidad de que no sea seguida por sensaciones del tipo opuesto.
- Extensión: El número de personas que se ven afectadas.
Para Bentham, todos los placeres eran iguales. El placer derivado de un juego simple no era, en principio, diferente del placer derivado de escuchar una pieza musical compleja. Lo que importaba era la cantidad de placer, no su fuente. Esta visión democrática del placer fue tanto radical como un objetivo para críticas posteriores.
John Stuart Mill: refinando el principio
John Stuart Mill (1806-1873), un niño prodigio educado por su padre y Jeremy Bentham, fue tanto un seguidor como un refinador del pensamiento utilitarista. Si bien adoptó el principio central de maximizar la felicidad, Mill encontró la formulación de Bentham demasiado simplista y, en ocasiones, cruda.
La contribución más significativa de Mill fue su distinción entre placeres superiores e inferiores. Argumentó que los placeres intelectuales, emocionales y creativos (placeres superiores) son intrínsecamente más valiosos que los puramente físicos o sensuales (placeres inferiores). Su famosa frase fue: "Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho."
Según Mill, cualquiera que haya experimentado ambos tipos de placer preferiría naturalmente los superiores. Esta distinción cualitativa tenía como objetivo elevar el utilitarismo, haciéndolo compatible con la búsqueda de la cultura, el conocimiento y la virtud. Ya no se trataba solo de la cantidad de placer simple, sino de la calidad del florecimiento humano.
Mill también conectó fuertemente el utilitarismo con la libertad individual. En su obra fundamental, Sobre la libertad, defendió el "principio del daño", afirmando que la sociedad solo está justificada para interferir en la libertad de un individuo para prevenir el daño a otros. Creía que permitir que la libertad individual floreciera era la mejor estrategia a largo plazo para lograr la mayor felicidad para la sociedad en su conjunto.
Conceptos clave: deconstruyendo el utilitarismo
Para comprender plenamente el utilitarismo, debemos entender los pilares clave sobre los que se construye. Estos conceptos definen su enfoque del razonamiento moral.
Consecuencialismo: ¿el fin justifica los medios?
El utilitarismo es una forma de consecuencialismo. Esto significa que el valor moral de una acción se juzga únicamente por sus consecuencias o resultados. Las intenciones, los motivos o la naturaleza del acto en sí son irrelevantes. Una mentira dicha para salvar una vida es moralmente buena; una verdad dicha que conduce al desastre es moralmente mala. Este enfoque en los resultados es una de las características más definitorias —y más debatidas— del utilitarismo. Contrasta marcadamente con la ética deontológica (como la de Immanuel Kant), que argumenta que ciertas acciones, como mentir o matar, son inherentemente incorrectas independientemente de sus consecuencias.
El Principio de Utilidad (El Principio de la Mayor Felicidad)
Este es el principio central. Una acción es correcta si tiende a promover la felicidad e incorrecta si tiende a producir lo contrario de la felicidad. Crucialmente, este principio es imparcial. Exige que consideremos la felicidad de todos los afectados por nuestras acciones por igual. Mi propia felicidad no tiene más peso que la de un completo extraño en otro país. Esta imparcialidad radical es tanto un poderoso llamado a la preocupación universal como una fuente de inmensos desafíos prácticos.
¿Qué es la "utilidad"? ¿Felicidad, bienestar o preferencia?
Mientras que Bentham y Mill se centraron en la felicidad (placer y ausencia de dolor), los filósofos modernos han ampliado la definición de "utilidad".
- Utilitarismo hedonista: La visión clásica de que la utilidad es una medida del placer.
- Utilitarismo ideal: Sostiene que otras cosas además del placer tienen un valor intrínseco y deben maximizarse, como el conocimiento, la belleza y la amistad.
- Utilitarismo de las preferencias: Define la utilidad como la satisfacción de las preferencias individuales. Este enfoque moderno, influyente en la economía, evita la dificultad de definir la "felicidad" y se centra en lo que la gente demuestra querer. La mejor acción es la que satisface la mayor cantidad de preferencias para la mayor cantidad de personas.
Las dos caras del utilitarismo: de los actos frente a las reglas
El marco utilitarista se puede aplicar de dos maneras principales, lo que lleva a un importante debate interno dentro de la filosofía.
Utilitarismo de los actos: el enfoque caso por caso
El utilitarismo de los actos sostiene que debemos aplicar el principio de utilidad directamente a cada acción individual. Antes de tomar una decisión, se deben calcular las consecuencias esperadas de cada opción disponible y elegir la que producirá la mayor utilidad general en esa situación específica.
- Ejemplo: Un médico tiene cinco pacientes que morirán sin un trasplante de órganos y un paciente sano cuyos órganos son una compatibilidad perfecta para los cinco. Un utilitarista de los actos podría argumentar que sacrificar a la persona sana para salvar a los cinco sería la acción moralmente correcta, ya que resulta en una ganancia neta de cuatro vidas.
- Ventajas: Es flexible y sensible al contexto, permitiendo excepciones a las reglas morales generales cuando hacerlo produciría un mejor resultado.
- Desventajas: Es increíblemente exigente, ya que requiere un cálculo constante. Más seriamente, puede llevar a conclusiones que violan nuestras intuiciones morales más profundas sobre la justicia y los derechos individuales, como ilustra el ejemplo del médico.
Utilitarismo de las reglas: vivir según las mejores reglas
El utilitarismo de las reglas ofrece una respuesta a estos problemas. Sugiere que no debemos juzgar los actos individuales, sino seguir un conjunto de reglas morales que, si fueran seguidas por todos, conducirían al mayor bien general. La pregunta no es "¿qué pasará si hago esto ahora?", sino "¿qué pasaría si todos vivieran según esta regla?".
- Ejemplo: Un utilitarista de las reglas analizaría el escenario del médico y consideraría las consecuencias de una regla general como "los médicos pueden sacrificar a un paciente sano para salvar a cinco". Dicha regla probablemente generaría un miedo inmenso, destruiría la confianza en la profesión médica y haría que la gente evitara los hospitales, lo que resultaría en mucho más daño que bien a largo plazo. Por lo tanto, el utilitarista de las reglas condenaría la acción.
- Ventajas: Proporciona pautas morales más estables y predecibles que se alinean mejor con la moral del sentido común y protegen los derechos individuales.
- Desventajas: Los críticos argumentan que puede ser demasiado rígido, prohibiendo una acción que claramente produciría el mejor resultado en un caso raro y específico. También puede arriesgarse a colapsar de nuevo en el utilitarismo de los actos si las reglas se vuelven demasiado complejas (p. ej., "No mientas, a menos que mentir salve una vida...").
El utilitarismo en el mundo real: aplicaciones globales
El utilitarismo no es solo un ejercicio teórico; su lógica sustenta muchas decisiones que dan forma a nuestro mundo.
Política pública y gobernanza
Los gobiernos utilizan con frecuencia el razonamiento utilitarista, a menudo en forma de análisis de coste-beneficio. Al decidir si financiar una nueva autopista, un programa de salud pública o una regulación medioambiental, los legisladores sopesan los costes (financieros, sociales, medioambientales) frente a los beneficios (crecimiento económico, vidas salvadas, mejora del bienestar) para la población. Las iniciativas de salud global, como la asignación de recursos limitados para vacunas o la prevención de enfermedades en países en desarrollo, a menudo se guían por el objetivo utilitarista de maximizar el número de vidas salvadas o los años de vida ajustados por calidad (AVAC) para una inversión determinada.
Ética empresarial y responsabilidad corporativa
En los negocios, el pensamiento utilitarista informa el debate entre la teoría del accionista y la del grupo de interés (stakeholder). Mientras que una visión estrecha podría centrarse solo en maximizar el beneficio para los accionistas, una perspectiva utilitarista más amplia abogaría por considerar el bienestar de todos los grupos de interés: empleados, clientes, proveedores, la comunidad y el medio ambiente. Una decisión de automatizar una fábrica, por ejemplo, se evaluaría no solo por su rentabilidad, sino también por su impacto en los trabajadores desplazados frente a los beneficios para los consumidores a través de precios más bajos.
La ética de la tecnología y la IA
Las tecnologías emergentes presentan nuevos dilemas utilitaristas. El clásico experimento mental del "problema del tranvía" es ahora un desafío de programación del mundo real para los coches autónomos. ¿Debería programarse un vehículo autónomo para proteger a su ocupante a toda costa, o para desviarse y sacrificar al ocupante para salvar a un grupo de peatones? Este es un cálculo utilitarista directo de vidas contra vidas. Del mismo modo, los debates sobre la privacidad de los datos equilibran la utilidad del big data para la investigación médica y los servicios personalizados frente al daño potencial de la erosión de la privacidad para los individuos.
Filantropía global y altruismo eficaz
El utilitarismo es la base filosófica del movimiento moderno del altruismo eficaz. Defendido por filósofos como Peter Singer, este movimiento argumenta que tenemos la obligación moral de utilizar nuestros recursos para ayudar a otros tanto como sea posible. Utiliza la evidencia y la razón para encontrar las formas más efectivas de hacer el bien. Para un altruista eficaz, donar a una organización benéfica que proporciona mosquiteras antipalúdicas o suplementos de vitamina A en un país de bajos ingresos es moralmente superior a donar a un museo de arte local, porque la misma cantidad de dinero puede producir una cantidad exponencialmente mayor de bienestar y salvar más vidas.
El gran debate: críticas al utilitarismo
A pesar de su influencia, el utilitarismo se enfrenta a varias críticas profundas y persistentes.
El problema de la justicia y los derechos
Quizás la objeción más seria es que el utilitarismo puede justificar el sacrificio de los derechos y el bienestar de los individuos o las minorías por el bien mayor de la mayoría. Esto a menudo se llama la "tiranía de la mayoría". Si la felicidad de toda una ciudad pudiera aumentar enormemente esclavizando a una persona, el utilitarismo de los actos podría condonarlo. Esto choca con la creencia generalizada de que los individuos tienen derechos fundamentales que no pueden ser violados, independientemente del beneficio general. El utilitarismo de las reglas intenta resolver esto estableciendo reglas que protegen los derechos, pero los críticos cuestionan si esta es una solución coherente.
La objeción de la exigencia
El utilitarismo, en su forma más pura, es extremadamente exigente. El principio de imparcialidad requiere que no demos más peso a nuestros propios proyectos, al bienestar de nuestra familia o a nuestra propia felicidad que a la de un extraño. Esto implica que casi siempre deberíamos estar sacrificando nuestro tiempo y recursos por el bien mayor. Gastar dinero en unas vacaciones, una buena comida o un pasatiempo se vuelve moralmente cuestionable cuando ese mismo dinero podría salvar una vida a través de una organización benéfica eficaz. Para muchos, este nivel de autosacrificio es psicológicamente insostenible y borra la esfera personal de la vida.
El problema del cálculo
Una objeción práctica importante es que es imposible aplicar el utilitarismo. ¿Cómo podemos saber todas las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones? ¿Cómo medimos y comparamos la felicidad de diferentes personas (el problema de las comparaciones interpersonales de utilidad)? El futuro es incierto, y los efectos dominó de nuestras elecciones son a menudo impredecibles, lo que hace que un "cálculo felicífico" preciso sea una imposibilidad práctica.
La objeción de la integridad
El filósofo Bernard Williams argumentó que el utilitarismo aleja a los individuos de sus propios sentimientos morales y su integridad. Puede requerir que realicemos acciones que violen nuestros principios más arraigados. El famoso ejemplo de Williams involucra a George, un químico que se opone moralmente a la guerra química. Se le ofrece un trabajo en un laboratorio que desarrolla tales armas. Si lo rechaza, el trabajo irá a parar a otra persona que continuará el trabajo con celo. El utilitarismo podría sugerir que George debería aceptar el trabajo para minimizar el daño y sabotear sutilmente el proyecto. Sin embargo, Williams argumenta que esto obliga a George a actuar en contra de su propia identidad moral, violando su integridad personal, que es una parte fundamental de una vida moral.
Conclusión: la relevancia perdurable del "mayor bien"
El utilitarismo es una filosofía viva y palpitante. Es una herramienta poderosa que nos obliga a pensar más allá de nosotros mismos y a considerar el bienestar de todos. Su idea central —que la felicidad es buena, el sufrimiento es malo, y que debemos esforzarnos por tener más de lo primero y menos de lo segundo— es simple, secular y profundamente intuitiva.
Su aplicación ha conducido a un progreso social significativo, desde la reforma penitenciaria en la época de Bentham hasta las iniciativas modernas de salud global. Proporciona una moneda común para el debate público, permitiéndonos sopesar decisiones políticas complejas en un marco racional. Sin embargo, sus desafíos son igualmente significativos. Las críticas relativas a la justicia, los derechos, la integridad y su pura exigencia no se descartan fácilmente. Nos recuerdan que un único y simple principio puede no ser suficiente para capturar toda la complejidad de nuestras vidas morales.
En última instancia, el mayor valor del utilitarismo puede no residir en proporcionar respuestas perfectas, sino en obligarnos a hacer las preguntas correctas. Nos empuja a justificar nuestras acciones en función de su impacto en el mundo real, a considerar el bienestar de los demás de forma imparcial y a pensar críticamente sobre cómo crear un mundo mejor y más feliz. En nuestra sociedad global profundamente interconectada, lidiar con el significado de "el mayor bien para el mayor número" es más relevante y necesario que nunca.